Mirar para sentir: mi recorrido entre la palabra y la imagen
La fotografía para mí no es mirar, es sentir.
Desde pequeña llevaba un lápiz en la mano, soñando con contar el mundo a través de las letras. Estudié Periodismo, buscando que las palabras le dieran forma a lo que sentía. Pero, con el tiempo, cambié la pluma por la cámara: descubrí que algunas emociones no se expresan con palabras, sino con luz, silencio y encuadre.
Empecé en el ámbito social y en producción audiovisual: retratos, eventos, grabaciones. Me crucé con muchas historias, conocí muchas personas, aprendí lo esencial del lenguaje visual. Pero con el paso de los años, esa modalidad dejó de emocionarme del todo. Sentía que había algo más vivo, más íntimo, más permanente.
Así fue que la fotografía de arquitectura me encontró a mí. Me cautivó su capacidad de conectar proyecto y persona, espacio y emoción, forma y contexto. Desde entonces, he querido contar la arquitectura con otra mirada: menos técnica, más social. Mostrar no solo lo que se ve, sino también lo que se siente al habitar un espacio.
¿Qué hago hoy?
Trabajo con arquitectos, interioristas y promotoras para convertir sus proyectos en narrativas visuales que traspasan planos y renders.
Combino fotografía y vídeo, para que los espacios cobren movimiento, luz y tiempo.
Cuido cada detalle: desde la elección del instante de luz hasta la edición final, siempre con respeto al proyecto y a su estilo.
El reto que me inspira cada día es simple: hacer visible lo que se siente al pasar por un lugar, lo que no se dice pero se percibe. Esa es mi ambición, ese es mi oficio.
Mi filosofía
Creo que cada proyecto merece ser contado con respeto y sensibilidad. Mi objetivo es crear imágenes que transmitan el valor y la emoción que hay detrás de cada obra, ayudando a mis clientes a conectar con su público y a mostrar su trabajo con autenticidad.
Hoy, después de más de 150 proyectos fotografiados en Castellón, Valencia, Alicante y Baleares, sigo sintiendo la misma ilusión que el primer día cada vez que me coloco detrás de la cámara. Porque la arquitectura no solo se ve, también se siente.
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